La seguridad privada, otro pilar fundamental en la protección de personas y bienes, atraviesa un momento crucial. Los rápidos avances tecnológicos, la creciente complejidad de las amenazas y los nuevos modelos de negocio han puesto de manifiesto la necesidad urgente de que salga a la luz el nuevo Reglamento de Seguridad Privada. Los desafíos actuales como la ciberseguridad han abierto puertas a los delincuentes, por lo que la seguridad privada debe adaptarse para proteger tanto el mundo físico como el cibernético.
La irrupción de la Inteligencia Artificial ofrece a este sector grandes oportunidades, pero también plantea desafíos en cuanto a la ética y la responsabilidad en la toma de decisiones. El terrorismo y crimen organizado son cada vez más sofisticados y requieren una respuesta coordinada y especializada.
Es importante que los políticos que están gobernando saquen de una vez por todas este Reglamento que es indispensable para garantizar una mayor profesionalización a este sector, estableciendo requisitos más exigentes en cuanto a la formación y capacitación, homogeneizando los requisitos y procedimientos en todo el territorio, fortaleciendo los mecanismos de control y supervisión, incorporando las ultimas novedades en materia de seguridad y vigilancia.
Hay que tener claro que la industria privada desempeña un papel crucial en nuestra sociedad, protegiendo empresas, instituciones y ciudadanos. Sin un marco legal adecuado, estos profesionales no pueden ofrecer garantías de calidad y eficacia en sus servicios. A este sector se le subestima en cuanto a su importancia y la dificultad del trabajo que realiza.
Estos profesionales a pesar de las largas jornadas laborales, la responsabilidad y a veces las condiciones peligrosas por el trabajo que realizan, cuentan con salarios por debajo de lo que muchos consideran justos. La sociedad, a menudo no valora lo suficiente el papel tan crucial que desempeñan estos vigilantes de seguridad en la protección de personas y bienes.
El futuro de este sector presenta tantos desafíos como oportunidades. La clave estaría en aprovechar las nuevas tecnologías, mejorar la formación, sueldos dignos para conseguir llegar a final de mes y un mayor reconocimiento social de esta importantísima profesión. También debemos abordar que políticas públicas podrían mejorar la situación de estos profesionales de la seguridad privada.
Existen diversas políticas que pueden mejorar significativamente las condiciones laborales de estos vigilantes de seguridad como la integración de estos profesionales en cuerpos de seguridad, estudiando la posibilidad de que los vigilantes puedan formar parte de estos cuerpos policiales del Estado, reconociendo sus conocimientos y habilidades, tal y como están haciendo actualmente con los militares.
Crear un registro profesional que permita identificar a los profesionales de este sector más cualificados y de esta manera garantizar la transparencia en este sector.
Participar en la elaboración de políticas públicas involucrando a los trabajadores y a las empresas en elaboración de estas políticas que afecten directamente a la industria de la seguridad privada.